¡La auténtica guerra ha vuelto en Call of Duty: Modern Warfare!

Call of Duty es una franquicia de videojuegos importantísima para entender el gaming contemporáneo. Definió en anteriores generaciones el multijugador y concretó, a su manera, la popularidad de los juegos de disparos en primera persona. A eso sumemos que, entrega a entrega, hace dinero a niveles récord. Puede gustarte o no, pero sin esta saga el gaming sería distinto de lo que hoy es.

La franquicia tiene su propias subseries con las cuales mantiene la maquinaria funcionando. Nos ha llevado al pasado, en la Segunda Guerra Mundial, o incluso al futuro. Pero nunca, nada, como sus retratos de lo que para un estudio como Infinity Ward es la Guerra Moderna en los juegos con el subtítulo Modern Warfare. Simplemente son algunos de los episodios más recordados de la franquicia.

Por ello, es una entrega no sólo esperada. Sino una que además ya está generando la suficiente tracción para devolver a la gente al juego en un entorno donde los battle royale gobiernan. Lo interesante es que, a su modo, lo logra.

Hemos visto un uso y abuso de las posibilidades de mundo abierto en juegos cuyo concepto original era ajeno al mismo. Por ello, Modern Warfare en su modo de historia vuelve a las raíces en una campaña que nos habla, siempre desde el punto de vista americano, de conflictos clave en Medio Oriente y sus alrededores. La Guerra Moderna está de regreso, de una manera que a veces no quisieras ver. Pero, para términos del título, es más que funcional.

Misiones más enfocadas en la operación precisa que en la aniquilación. El uso de todo tipo de arsenal y herramientas. Personajes como Price vuelven para patear traseros. Funciona y muy bien, aunque siempre quedará la duda de qué tan necesario es dejar siempre avante el punto de vista norteamericano. Son alrededor de ocho horas de juego. Parece poco, pero todos sabemos para qué vinimos. Eso sí, nos gustaría una mejor inteligencia artificial a veces.

El multijugador es mucho más inmersivo. Los modos de juego, claro, abundan. Estamos ante una variedad que incluye desde clásicos como el Duelo por Equipos y un tradicional Search and Destroy, basados en la aniquilación y la instalación de objetivos, hasta uno fundamentado en la recuperación de un dispositivo de hackeo para colocar en una base enemiga. Esto en mapas amplios para dar cabida hasta a 20 jugadores, pero que se muestran con detalles interesantes para aprovechar en los duelos.

También está el modo Ground War, el cual da espacio para hasta 64 jugadores. Allí, al necesitar espacio para tanta gente, los mapas son menos creativos. Sin embargo, las masacres se ponen de a peso aunque las posibilidades en cuanto a vehículos y armamento no se pueden aprovechar como muchos quisiéramos.

Mientras tanto, el modo cooperativo muestra fallas interesantes. Como el hecho de que el balance entre los enemigos a enfrentar y tu arsenal lucen un tanto desajustados. No se siente como una misión en conjunto, sino como una serie de tareas a realizar mientras un ejército sin fin te va a cazar. Por momentos parece que este modo está por compromiso y no por convicción.

La posibilidad de actualizar tu armamento conforme avanzas se siente muy bien. Sobre todo porque no sólo son mejoras, sino que te permite acoplarte a las condiciones en las que estás jugando. En verdad es una opción que visualmente y a nivel de jugabilidad es más que atractiva. Todo con un trabajo visual y de audio espectacular.

A todo lo anterior sumemos un notable trabajo de doblaje, con Andrés García (no el que hizo a Chanoc) realizando un intenso Capitán Price, así Luis Leonardo Suárez trabajando un más que adecuado Chad. Se deja ver la importancia que tiene el público de nuestra región para los responsables del juego y eso se agradece siempre.

La campaña es funcional y efectiva. El multijugador es adicitivo. Sí, hay fallas en la manera que ciertos modos se desplegan. Pero de que vas a jugar y tendrás con quién jugar gracias al juego entre plataformas eso es seguro. Si eres un fan, es tu momento. Disfrútalo.