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¡Mirai: Mi Pequeña Hermana nos sacó una lagrimita!

Una historia de lazos familiares, raíces y mucha imaginación pronto en los cines de México.
Publicado 16 Abr 2019 – 04:03 PM EDTActualizado 16 Abr 2019 – 04:03 PM EDT
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Mirai no Mirai Crédito: Toho

Representar a toda una industria no es un papel sencillo. Menos a una enorme como la del anime. Cierto, parece un espacio de nicho. Pero encarna los sueños de millones de personas tanto en Japón como fuera de las islas. ¿Qué tipo de historia debe servir como espejo de una nación? En 2018 tocó el turno a un relato donde la imaginación y los lazos familiares conectaron a un genio de la animación nipona con el público del mundo.

Mirai: Mi Pequeña Hermana es la cinta más aclamada del anime en 2018. No sólo fue nominada al Oscar por Mejor Película Animada (lo cual es un logro ante el monopolio del premio por la casa Disney). También se llevó galardones como el del Festival Internacional de Cine de Guadalajara. A donde va conquista y, muy pronto, podrás verlo en tu cine más cercano.


Kun es un niño pequeño con mucha imaginación. Ama los trenes y conoces, de pies a cabeza, cómo funcionan en Japón. Sin embargo, apenas está descubriendo el mundo. Paso por paso, está aprendiendo de lo que le rodea. Entre todo eso, tiene que adaptarse a una nueva realidad: acaba de convertirse en el hermano mayor de una recién nacida llamada Mirai.

Nuestro joven protagonista no es el único que está aprendiendo. Sus padres también lo hacen. No sólo a balancear sus trabajos con la crianza de dos niños, sino también a ser cada día mejores padres. Lo innegable es que Mirai, por ser recién nacida, necesita mayores cuidados. Algo que Kun, simplemente, no tolera.

Pareciera que Kun está destinado a despreciar, para siempre, a su hermanita. Sin embargo, de repente, ella viaja del futuro. Está preocupada por una situación no resuelta en el presente que podría darle mala fortuna en el mañana. El único que puede ayudarla es justamente quien, a veces, quisiera que ella no estuviera. Sin embargo, ese no es el único viaje que nuestro amigo hará involucrando a su familia.

Mamoru Hosoda es parte de una generación de directores dedicados al cine de anime que ha dado lustre a la industria en los últimos años. Puede que no acumulen nominaciones al Oscar, pero sí obras aclamadas por la crítica. En su caso nos ha tocado ver hits como La Chica que Saltaba a Través del Tiempo o Summer Wars.

La cinta está llena de recursos narrativos y estilísticos que vuelven la historia una obra de arte. Para contar una escena, dividida en varias secuencias, utiliza todos los planos de una casa de uno por uno. O planta simbologías concretas para representar de manera muy especial como la imaginación de un niño pequeño se sumerge en el pasado, presente y futuro de su familia.

La animación está llena de detalles, especialmente para marcar los diversos viajes por los que nos llevan Kun y Mirai. Incluso llega a combinar diversas técnicas de animación para acentuar que estamos en mundos distintos y en situaciones poco convencionales. El diseño de personajes, por otro lado, cuenta con una hechura construida específicamente para notar la herencia que deja la familia en el pasado y el futuro. Con esto, es muy fácil conectar con los personajes y la razón por la cual están presentes.


La cinta, pese a ser familiar, está muy cargada de simbolismo y el mensaje que quiere compartir es muy extenso. Es necesario poner atención a muchos detalles y, hacia el final, comienza a tomar un tono bastante reflexivo. Esto hace que, en su cierre, pueda resultar un tanto pesada para ciertos públicos no acostumbrados a este tipo de narrativas. Especialmente en cintas de este corte.

Hay que darle su crédito a los responsables de localizar y doblar esta obra al español latino. Se suele menospreciar el trabajo de adaptación a nuestro idioma, en especial durante nuestros tiempos. Pero acercar tanto simbolismo local al público de nuestra parte del mundo de manera tan correcta no es nada fácil. No sólo se trata de pasar desde un idioma a otro. También es transportar ideas complejas, simbolismos, situaciones y contextos muy propios de Japón. Para ejemplo el solo nombre de Mirai, que significa futuro.

Laura Torres es muy reconocible. Pero su papel como Kun es muy diferente y distante de Gokú o Gohan pese a que comparten acento. También puedes reconocer a Cristina Hernández como una madre de familia, pero no por ello esperes que suene igual a personajes previos. Mismo caso de Eduardo Garza, quien supo darle una identidad propia al padre de esta peculiar casa.


Mirai es una obra imperdible del anime. Un clásico inmediato que, si bien por momentos puede ser un poco pesado, puedes compartir con tu familia. Y, sobre todo, un relato que no sólo te conectará con tu pasado y con tus anhelos del futuro. Sino que a la vez golpeará de poco en poco fibras sensibles y un cachito de tu nostalgia. Es muy fácil que se te salga una lagrimita y, unos segundos después, te rías con las ocurrencias que suceden en la imaginación de un niño pequeño.

Todo lo anterior, por supuesto, con el trabajo de clase mundial realizado por actores mexicanos de doblaje. La mesa está servida para que disfrutes, en breve, una cinta ejemplar.

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