Ubisoft, compañía francesa de videojuegos, nos pasó un título. Su nombre es The Division 2 y trata de escuadrones quienes buscan devolver el control a la sociedad después de que una epidemia arrasara los Estados Unidos. La idea era que probáramos la expansión Warlords of NY.
Cómo fue que un videojuego nos recordó lo que una epidemia puede hacer si no seguimos la cuarentena
Jugamos The Division 2: Warlords of NY y, más que una reseña, te contamos las lecciones que sacamos del juego










Lo primero que aprendimos, y eso lo sabemos desde el primer The Division, es que el pánico y el no seguir las indicaciones llevan al caos sin importante. Nueva York cayó en anarquía desde el primer juego, en el segundo lo hizo Washington D.C., capital de la Unión Americana, y en esta sección volvemos a las tierras neoyorquinas. Esta vez en su corazón financiero.
La escasez provoca que agentes, alguna vez comprometidos con mantener en control la situación, busquen ganar su propio beneficio y rompan la ley. Tu deber, por tanto, es encontrarlos y detenerlos.
También aprendimos que, como sociedad, todos podemos hacer algo para mantener a flote la situación. Cada enemigo tiene una habilidad particular que podrás utilizar a tu beneficio. Ya sea en armamento o en equipamiento.
El juego tiene, además, escenarios detallados y bien diferentes entre sí. Eso nos da una idea de que no importa si son ricos o pobres. Todos estamos en riesgo y, por si fuera poco, es más fácil y llevadero disfrutar de este recorrido con amigos. Porque, al final, la colaboración es clave.
El título y la expansión como tales son muy buenas. Estamos conscientes de que existen bugs, los cuales nos encontramos unos cuantos, pero estamos conscientes de que posiblemente sean corregidos en breve.
En su mayoría los jefes son entretenidos y desafiantes, aunque el jefe final es uno muy soso para una expansión de este tipo. También existen retos en los cuales tendrás que seguirle el rastro a otro enemigo y abatirlo. Lo cual abre el abanido de rejugabilidad.
El título, de esta manera, nos recuerda de manera un tanto particular que, si nos entregamos al pánico, será más difícil sacar a flote una sociedad como la nuestra en esta pandemia. En cuanto a la jugabilidad, fuera de algunos bugs y un jefe final sin gracia, es una experiencia entretenida para, justamente, disfrutar en la cuarentena.