Son muchas las personas que al momento de tener relaciones sexuales, no consiguen llegar al clímax. La experiencia parece incompleta y, si esto se repite de manera constante hasta el punto de no poder lograr jamás un orgasmo, suelen sumirse en la preocupación, incluso en la vergüenza.
Entonces se preguntan qué hay de malo en ellos y si acaso tienen alguna clase de disfunción que no les permitirá nunca gozar del sexo.
Esto en realidad, es mucho más común de lo que ellos puedan pensar. Y, en la mayoría de las ocasiones la realidad es que no les sucede nada.
El problema en la mayor parte de los casos proviene de considerar el sexo como un examen al que hay que acudir a, por nota: el temor a no hacer gozar a tu pareja puede preocuparte tanto que no te permite disfrutar plenamente.
Otras veces, la obsesión por llegar al orgasmo es la que gobierna tu cabeza, no dejándote, irónicamente, conseguirlo.
Nuestra cultura sexual parece obligarnos a llegar al clímax si queremos hablar de que hemos tenido relaciones.
Este tipo de pensamientos producen ansiedad durante el sexo: el miedo a fracasar en el empeño te llevará (o eso crees) a una consecuencias catastróficas, en las que perderás tanto tu propio respeto como el amor de tu pareja y la manera en la que te ve.
“Quizás pienses que, porque eres un hombre, es obligatorio que tengas una erección. O que por ser una mujer deberías llegar al orgasmo”, cuenta en ‘Psychology Today’ el doctor Elliot D. Cohen.
“Si no lo consigues pensarás que estás defectuoso. Sin embargo, tu género no se rige por eso y, especialmente, no eres un reloj. No tienes que marcar siempre la hora. Puede haber momentos en los que no experimentes una erección o un orgasmo, ¡y no pasa nada!”.
No te enfoques en el clímax
El doctor asegura que no debemos enfocarnos tanto en el clímax. “Durante la experiencia sexual puedes tocar y estimular a tu pareja, puede haber preliminares. No debes centrarte exclusivamente en si has conseguido tener un orgasmo o no, sino en cómo ha sido el sexo en general. Y, especialmente, no debes calificarlo de ‘excelente’, ‘bueno’ o ‘malo’, eso solo conseguirá agobiarte aún más”.
El disfrute que has obtenido durante el encuentro no tiene por qué ser minimizado por no haber logrado un orgasmo. Es lo que es, y puede ser bastante agradable, a menos que te hagas ideas catastróficas al respecto y diluyas este placer con ansiedad innecesaria.
El viaje hacia la gratificación sexual no debería convertirse en una fuente de dolor.
Por tanto, ¿qué se puede hacer con la ansiedad por el desempeño sexual?
Estos serían, en resumen, algunas consejos en los que tu pareja y tú pueden trabajar para disfrutar de estos momentos.
- Deja de definirte como un orgasmo. ¡Eres mucho más!
- Respeta tu dignidad como ser humano.
- Deja de preocuparte sobre lo que los demás pensarán de ti.
- Mejor enfócate en lo que puedes controlar: tu mundo subjetivo de pensamientos eróticos, fantasías, sensaciones y sentimientos.
- Deja de exagerar lo mal que está no tener un orgasmo.
- Deja de calificar tu experiencia sexual, especialmente mientras sucede.
- Y sobre todo ¡Aprecia cualquier placer que puedas obtener!
Con información de El Confidencial.
LLH