Fuente: No Es Na La Feria / Sebastián Flores
¿Por qué nos gusta tanto Malcolm in the Middle?
Seguramente nunca te has preguntado por qué amas tanto esta serie, nosotros te lo decimos ya para que duermas tranquilo.

Malcolm in the Middle (o simplemente Malcolm, como lo conocimos en América Latina) es una sitcom que se basa en lo de siempre: las aventuras y desventuras de una familia disfuncional gringa. Sin embargo, muy pocas alcanzaron el nivel de genialidad que Malcolm entregaba en cada episodio, convirtiéndola en la favorita de toda una generación que aún sigue recordando a Francis, Reese, Dewey, Lois y Hal (sobre todo Hal) con especial cariño y nostalgia.
A lo largo de las 7 temporadas en que Malcolm estuvo al aire (transmitidas entre el 9 de enero del 2000 y el 14 de mayo del 2006), el programa se ganó el corazón de los televidentes de todo el mundo gracias a ese humor inteligentemente sencillo que denota cada línea de su guión.
Como toda sitcom, la trama es muy simple: Malcolm ( Frankie Muniz) es un niño superdotado que vive con la presión de cumplir las expectativas de sus padres y con la legítima necesidad de tener una vida común como la de cualquier joven. Malcolm tiene cuatro hermanos: Francis (Christopher Masterson), Reese (Justin Berfield), Dewey (Erik Per Sullivan) y el pequeño Jamie (Lukas Rodríguez); una mamá excesivamente aprehensiva llamada Lois (Jane Kaczmacek) y un papá excéntrico llamado Hal (Bryan Cranston). Están también el mejor amigo Stevie (Craig Lamar), la mañosa abuela Aida (Cloris Leachmann) y el espectacular Craig (David Anthony Higgins), el obeso compañero de trabajo de Lois.
La magia de " Malcolm el de en medio" se encuentra precisamente en su talentoso elenco (resulta paradojal que el personaje más equis de Malcolm sea Malcolm). Desde la disimulada ternura de Dewey (-"¿Qué haces si te atrapa?" - "Me hago bolita" - "¿Y si te empieza a patear?" - "Sigo en bolita") hasta la rebeldía de Francis (quien pasó de una escuela militarizada a ser explotado por una vieja en Alaska y terminó casado con una autoritaria mujer -como su madre- de nombre Piama), desde el simpático patetismo de Craig (homenaje al capítulo donde un mono niñera que lo cuida lo quiere matar) hasta la pandilla de amigos Krelboyne que le siguen el juego en todo a Malcolm (repudio al amargo profesor que en un capítulo los hace competir entre ellos para agobiarlos psicológicamente).
Pero de entre todos los personajes, hay uno que destaca de manera inusitada y que, por lo mismo, merece párrafo aparte. La genialidad de Bryan Cranston -hoy un consolidado actor de clase mundial gracias a su papel como Walter White en Breaking Bad- resalta como ninguna otra en esta serie. Hal Wilkerson es ese tipo de personaje que no se ve a menudo, un soñador padre de familia, buena persona, a ratos torpe e infantil (homenaje a cuando a veces se asusta y grita como mujer), testarudo y capaz de perseguir las más insólitas metas que se le meten en la cabeza, como cuando Malcolm le pide que le enseñe a patinar y despliega toda su destreza artística deportiva (probablemente una de las mejores escenas de toda la serie). Ídolo, genio y figura.
A continuación, te presentamos uno de los diálogos más emotivos de toda la serie:
Malcolm: ¿¡Cómo pudiste hacerme algo así!?
Lois: Porque ibas a aceptar el trabajo y no te dejaremos desperdiciar tu vida.
Malcolm: ¿Qué parte de ser rico es desperdiciar mi vida?
Lois: Porque no es la vida que debes tener. La vida que te espera es ir a Harvard y aprovechar cada programa y ayuda que te brinden. Te graduarás como primer lugar y trabajarás en el gobierno como fiscal de distrito o en alguna fundación. Luego seras gobernador de algún estado y luego Presidente de los Estados Unidos. (?)
Malcolm: ¿Y si no quiero ser Presidente?
Lois: Ya es muy tarde, tienes que serlo.
Malcolm: ¿También decidieron cuál sería mi tasa de impuestos? ¿Mis objetivos de política exterior?
Lois: Eso no importa. Lo que importa es que serás la única persona en ese puesto al que le preocupen personas como nosotros. Hemos carecido de oportunidades durante miles de años y en lo personal estoy cansada. Tú vas a ser Presidente, Malcolm, y no se diga más.
Malcolm: ¿Y no se te ocurrió que pude aceptar el trabajo, llegar a ser rico y luego comprarme la presidencia?
Lois: Claro que sí, no nos gustó la idea.
Malcolm: ¿¡Qué!?
Lois: Porque no serías un buen presidente, no habrías sufrido bastante.
Malcolm: ¡Me he pasado sufriendo toda la vida!
Lois: Lo siento, eso no basta. Sabes lo que es ser pobre y sabes lo que es trabajar duro. Ahora sabrás lo que es barrer pisos y romperte la espalda, lograr el doble que todos los que te rodean y no significara nada, porque te seguirán viendo en menos. ¡Y buscarás cómo poder agradarles, no lo lograras! Eso te dolerá, se enublecerá tu corazón, abrirás los ojos y al fin te darás cuenta que la vida es más que demostrar que eres el más inteligente del mundo. ¡Lo siento, Malcolm! No irás por el camino fácil. No el de la diversión, ser rico y tener una vida de lujos.
Hal: Ese es de Dewey.
Dewey: ¿¡En serio!?
Malcolm: ¡Esto es increíble! ¿En verdad esperan que sea presidente? No, no, lo siento: lo que esperan es que sea el mejor Presidente en la historia de Estados Unidos.
Lois: Sólo mírame a los ojos y dime que no puedes hacerlo.
Lois es la clase obrera que debió postergar sus sueños de ser bailarina por convertirse en joven madre, sacrificarse trabajando de cajera en turnos nocturnos en un mini market por un sueldo bajísimo y además hacerse cargo del bienestar de una familia compuesta solo por hombres. Rechazada por los parientes ricos de Hal -quien, por lo mismo, eligió una vida junto a ella antes que sucumbir a la presión social-, la única esperanza en la vida de Lois es su hijo Malcolm. En él, que asiste a la misma escuela pública que sus hermanos, ve la posibilidad de redención y reivindicación de personas como ella, como ellos.
La historia de Malcolm es, finalmente, la historia de una familia proletaria que deposita todos sus sueños en un hijo con un coeficiente intelectual alto. Porque detrás de las extravagancias de Hal o de la astuta inocencia de Dewey, hay un fiel retrato de la clase media baja estadounidense de principios del siglo XXI que deja entrever un subterráneo discurso: las vicisitudes del capitalismo salvaje se viven por igual aquí y en el corazón mismo del modelo. Porque en muchas familias trabajadoras de occidente podemos encontrar a un padre amoroso como Hal, una madre sacrificada y abnegada como Lois, un cabro chico busquilla como Dewey y un hijo problema como Francis.
Por eso nos gusta Malcolm. Porque, de una forma inconsciente, nos vemos representados en su historia: todos somos esa relación de hermanos que está a medio camino entre la rivalidad y la complicidad, siempre en las buenas y sobre todo en las malas. Porque los actores que interpretaron a los personajes envejecen y seguirán envejeciendo junto a nosotros ( Frankie Muniz acaba de cumplir 30 años), pero siempre que volvamos a ver un capítulo de Malcolm viajaremos, una vez más, a esa linda época adolescente donde nada era tan grave ni tampoco nada tan importante.
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