Esta es la época de los remakes, las secuelas 20 años después y los reboots de franquicias que ya conocemos. Pero los 90 no fueron así, se trataron de producciones más novedosas, y fue así como cosas que nunca nos imaginamos llegaron al cine. Entre estas películas, destaca una de Disney que se volvió un tesoro para quienes crecieron en esa década: Goofy, la película.
‘Goofy, la película’ fue una de las mejores cosas que nos pasaron en los años 90
No mientas, todavía te sabes “No hay nadie como tú” y te quedaste con ganas de ver más de Powerline en vivo


Antes de que se lanzara esa cinta, probablemente la mayoría de la población veía a Goofy como ese personaje simplón que acompañaba a Mickey y a Donald en sus aventuras. Su risa, su torpeza y sus enormes orejas y dientes eran, quizás, lo que más nos llamaba la atención. Pero en el momento en que este personaje protagonizó su propia película, nos hizo darnos cuenta de lo profunda que puede ser la vida de una caricatura, y en el camino nos llenó de nostalgia, risas, tristeza, frustración y música buenísima.
Era el año de 1995 cuando Disney nos presentó a Max Goof, el hijo adolescente de Goofy. Un chico que solo quería encajar en la escuela y que estaba dispuesto a hacer hasta lo imposible para que su crush le hiciera caso, además, tenía pavor a terminar convertido en su papá. Pero la cinta no solo nos mostró a este adolescente que se metió en problemas por intentar conquistar a Roxanne, sino que también nos dejó ver un poco más de la vida de Goofy. Un papá soltero que tiene miedo de distanciarse de su hijo que está creciendo muy rápido.
Tal vez en ese momento la situación de Goofy no nos impactó tanto, de hecho, seguramente todos los que la vimos en esa época nos pusimos del lado de Max y queríamos que su papá no descubriera su plan para llegar a Los Angeles al concierto.
Probablemente, volverla a ver en esta época nos hará entenderla desde una perspectiva diferente. Hace 24 años era más fácil comprender a Max y preguntarnos por qué su papá no lo dejaba ser feliz. Hoy en día también podemos entender el lado de Goofy, tal vez hasta recordar lo horribles que pudimos ser como adolescentes y cómo frustramos a nuestros papás con nuestra forma de ser.
Dejando de lado la reflexión y todo el rollo filosófico, esta película nos lleva por un viaje de autodescubrimiento para ambos personajes, y claro, al tratarse de Goofy está llena también de momentos divertidísimos, como Pie Grande robando los audífonos y bailando al ritmo de los Bee Gees, o cuando cantan rumbo a su primera aventura del recorrido y hasta un muerto sale de su ataúd para unirse al musical.
Estos son momentos que marcaron nuestras vidas, porque no solo nos hicieron divertirnos, sino que hasta nos llegaron directito al corazón. Había muchas películas animadas de Disney de princesas, héroes, animales en apuros y magia… pero, increíblemente, uno de los personajes más simples de Disney y su hijo, fueron los que terminaron resonando más con nosotros.
Al final, como en cada una de las películas de Disney, todos tienen su final feliz, Max ve a Powerline y conquista a Roxanne, Goofy logra reconectarse con su hijo, y nosotros terminamos viendo una de las mejores películas que nos dejaron los 90.
Si tienes mucho tiempo sin verla, deberías darte la oportunidad de volver a hacerlo. Además, el soundtrack está disponible en varios sistemas de streaming musical y, al igual que la película, es una joya.