La secta de los hermanos 'Hernández'

A principios de la década de 1960, los hermanos 'Santos y Cayetano Hernández' hicieron una secta que combinaba mitología azteca e inca para estafar al pueblo de Yerbabuena, Tamaulipas.

Prometían compartir con los habitantes de dicha región los tesoros que supuestamente estaban en  las montañas aledañas al pueblo. Con eso el par logró que la gente le diera tributos económicos y favores sexuales.

Después de un tiempo sin ver nada claro, los fervientes comenzaron a exigirle a los hermanos y estos les dieron una respuesta efectiva que les permitió prolongar su mentira.

Los Hernández reclutaron en Monterrey a 'Magdalena Solís' y su hermano 'Eleazar'. Venían de una familia disfuncional y de bajos recursos, lo que la orilló a convertirse en prostituta, pero eso quedó atrás cuando aceptó hacerse pasar por la reencarnación de la diosa 'Cuatlicue' en la secta.

'Magdalena' se creyó el papel y tras ordenar el asesinato de dos opositores inició una serie de sacrificios de sangre que eran antecedidos por golpes, quemaduras, mutilaciones y demás torturas que incluso llegaron a la extracción de corazones cuando las víctimas aún estaban vivas. Al final, las víctimas, principalmente desertores, morían desangradas y la sangre se mezclaba con sangre de pollo y marihuana o peyote, menjurje reservado para ella, su hermano y los dos Hernández.

Tras seis semanas de horror, un niño de 14 años llamado ' Sebastián Guerrero' se acercó con sigilo al lugar donde se hacían los sacrificios, fue con la policía y el oficial 'Luis Martínez' fue con el adolescente al pueblo pero desaparecieron.

Las autoridades locales atraparon a 'Magdalena y Eleazar', los condenaron a 50 años en prisión. 'Santos Hernández' murió de un disparo al resistirse al arresto, mientras que su hermano 'Ceytano' fue asesinado por 'Jesús Rubio', uno de los miembros de la secta que quería tener una parte del cuerpo del sacerdote.

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